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¿Alguna vez te has sentido culpable por estar sentado, sin hacer nada?
¿Pensando “debería estar haciendo algo productivo”?
En un mundo obsesionado con la productividad, tomarse un momento de pausa puede parecer un lujo que no podemos permitirnos.
Peeero,
¿y si te dijera que esos momentos de “inactividad” podrían ser la clave para desbloquear una mayor creatividad y satisfacción en la vida?
Una persona con la que trabajé en terapia hace un tiempo, me comentó que era incapaz de estar ni diez minutos“sin hacer nada”.. y le propuse hacer un pequeño experimento:
Que lo intentara durante dos semanas.
Dedicar diez minutos al día a simplemente contemplar su alrededor en silencio, sin distracciones.
Sin móvil, sin leer, sin ponerse a hacer nada de nada.
Simplemente estar.
Dejar su mente vagar, observar.
Lo que descubrió fue curioso...
Primero le generó ansiedad: miles de pensamientos de “debería estar haciendo tal o cual” “estoy perdiendo el tiempo” “esto es una chorrada..”
Peero
Después empezó a disfrutar de esos minutos: esos breves momentos de calma se convirtieron en el punto culminante de su día. Le permitieron desconectar y reconectar, recargar energías y, lo más importante, le dieron espacio para que surgieran ideas y reflexiones importantes para su vida y día a día.
Incluso me comentó que era más eficiente y productivo al tomarse esos momentos de “aire” y empezó a hacerlos más a menudo.
En la cultura de la productividad, "no hacer nada" suena a herejía.
y tú:
¿Cuándo fue la última vez que te permitiste un momento así?
¿Que le diste a tu mente el permiso de vagar libremente, de explorar sin un objetivo fijo?
Un momento para simplemente ser, sin la presión de chequear las notificaciones, responder a un email o consumir ocio pasivo como tele o redes sociales que atrapan nuestra atención.
Esos espacios son en realidad incubadoras de nuestro bienestar y creatividad.
Esta libertad es el terreno fértil desde donde brotan nuevas ideas, creatividad, soluciones innovadoras y, sobre todo, una sensación de paz con nosotros mismos.
Parar y contemplar no solo nos ancla en el ahora, sino que también nos enseña a apreciar las pequeñas cosas, a encontrar alegría en los momentos más simples de la vida.
Así que te invito hoy a dar ese paso "rebelde".
Sobre todo si eres de esos a los que “no le da la vida” y no paran en todo el día.
Tómate un momento para detenerte en medio del caos diario.
Diez minutos al día, solamente diez.
Durante dos semanas.
Respira profundamente, observa tu entorno, siente el aire en tu piel. Permítete este acto de rebeldía: hacer una pausa. No como una distracción, sino como una forma de reconectar contigo y con el mundo a tu alrededor.
Recuerda, este tiempo "perdido" es, en realidad, una inversión valiosa que puedes hacer para una vida equilibrada y plenamente vivida a largo plazo.
Al permitirnos estos espacios de descanso y contemplación, mejoramos no solo nuestra capacidad de concentración y creatividad sino que también, paradójicamente, nuestra productividad.
Entonces, ¿estás listo para tomarte ese ratito para contemplar, respirar... y darte el placer de simplemente ser?
La belleza de un atardecer, la tranquilidad de mirar por la ventana sin un objetivo concreto, puede ser el comienzo de un profundo proceso de renovación y fuente de inspiración y creatividad.
Ahí te dejo la idea,
¿Te apuntas al reto?
Un abrazo!
PD: Si este concepto de "hacer una pausa" conecta contigo y estás buscando formas de conectar más profundamente con el presente y contigo mismo, te invito a explorar mi formación Kit Básico de Psicología Estratégica. Descubre cómo entender mejor tu mente y emociones puede transformar tu vida.