Quejica

¿Te has dado cuenta de cómo nos afecta estar al lado de alguien que se queja constantemente?

La queja es como una nube oscura que se extiende y absorbe nuestra energía, nos hace sentir pesados y sin ganas de hacer nada.

 

Imagina que tienes un amigo, llamémosle Luis, que siempre está quejándose.

Cuando quedas con él, todo lo que escuchas son quejas sobre el trabajo, la familia, el clima, su salud, la política... todo.

Al principio, intentas ayudarle, darle consejos, animarle, ayudarle a relativizar..

Peeero

…con el tiempo te das cuenta de que nada cambia.

Luis sigue en el mismo lugar, quejándose de las miiismas cosas.

¿Te ha pasado alguna vez?

¿A quién no, verdad?

 

Estar al lado de alguien que se queja constantemente es agotador.

 

Ahora, imagina que tú eres Luis.

Cada vez que te enredas en las quejas, estás haciendo más profundo tu propio pozo. En lugar de buscar la cuerda para salir, te enredas en el victimismo, la frustración.. y la mala leche…

¿Por qué pasa? A nadie le gusta quejarse, nadie quiere ser el “quejica amargado”.

¿Quejarse es malo siempre? ¿Por qué nos quejamos?

 

Quejarse no es malo en sí mismo, es manifestar que algo duele.

Hay varios tipos de queja

Varias funciones de la queja

Puede ser útil en determinadas situaciones.

 

El problema es cuando la queja se asemeja a rumiar en voz alta.

Este tipo de queja es una estrategia que busca aliviar el malestar a corto plazo "desahogándose", pero que al final empeora el problema porque nos mete en un bucle muy chungo.

Desahogarse, en términos sencillos, es expresar nuestras emociones negativas para aliviarnos temporalmente.

Aunque puede parecer una estrategia efectiva a corto plazo, a largo plazo, si nos habituamos a usarla como estrategia principal para afrontar las frustraciones, puede tener efectos muy contraproducentes.

  1. Refuerza el sesgo negativo: Cada vez que nos desahogamos sobre los mismos problemas, estamos reforzando el poner nuestra atención en los aspectos negativos y, sin darnos cuenta, dejamos de ver los aspectos positivos de nuestra vida, porque “lo malo” es lo protagonista.

  2. No buscamos soluciones: Desahogarse puede dar una sensación falsa de alivio, pero rara vez conduce a una acción constructiva. Nos quedamos en la fase de queja sin avanzar hacia la búsqueda de soluciones o a la aceptación, lo que nos mantiene estancados.

  3. Aumenta la rumiación: Al expresar repetidamente nuestras quejas, podemos caer en la rumiación, un proceso mental donde repetimos los mismos pensamientos negativos una y otra vez. Esto no solo no resuelve el problema, sino que también puede aumentar el estrés y la ansiedad.

  4. Impacta nuestras relaciones: Estar constantemente quejándonos con amigos o familiares puede afectar negativamente nuestras relaciones. Los demás pueden sentirse abrumados o frustrados, lo que puede llevar al distanciamiento o a la falta de apoyo.

  5. Fomenta una mentalidad de víctima: Cuando nos quejamos sin buscar activamente soluciones, podemos caer en una mentalidad de víctima, donde sentimos que no tenemos control sobre nuestra situación. Esto puede llevarnos a una indefensión aprendida e incluso a la depresión.

La queja constante puede convertirse en un hábito “tóxico” que nos mantiene atrapados en un ciclo negativo. En lugar de ayudarnos a encontrar soluciones, nos deja estancados y nos impide avanzar.

Yo a esto le llamo “el bucle de la queja”

En la próxima masterclass de la membresía “El Club Estratégico”, vamos a explorar estrategias prácticas para romper el ciclo de la queja y encontrar formas efectivas de afrontar las situaciones difíciles.

No se trata de “tragarte” las quejas, ojo, sino de cómo gestionar esa frustración saludablemente.

También hablaremos de qué podemos hacer con los “quejicas” a nuestro alrededor

Será el 5 de Agosto.

P.D. Hablando de engancharnos en bucles de quejas, me viene a la mente el refrán “Si lloras por el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas ¿lo conocías? cursi, pero mola.